¿Teatro en verso en el siglo XXI?, II, Joan Sellent

Lunes, 22 de abril de 2024. 

Segunda parte (véase aquí la primera) de la conferencia a cargo de Joan Sellent pronunciada en el marco del Simposi Internacional d’Estudis Escènics 2021: Tradició i llengua (14-10-2021)

Joan Sellent, basándose en su experiencia de traductor de textos teatrales y convencido de que el verso, lejos de ser un simple adorno, potencia el disfrute estético y la eficacia de la recepción, reivindica —e ilustra con ejemplos— la conveniencia de mantener la forma versificada cuando se traduce para la escena un original escrito en verso, y que la opción de la prosa, por el contrario, está condenada a empobrecerlo y a recargarlo. Asimismo repasa los criterios versificadores que caracterizan el teatro inglés isabelino y el teatro francés neoclásico, a la par que las estrategias que se han adoptado para trasladar dichos teatros a otras lenguas, épocas y culturas.

En el siguiente enlace se puede oír la conferencia en directo.

Traducción al castellano de Concha Cardeñoso.

 

Más o menos en la misma época en la que Oliver traducía las obras Le Misanthrope y Le Tartuffe, el norteamericano Richard Wilbur las vertía al inglés. Sin embargo, en manos de Wilbur, las doce sílabas de cada uno de los dos alejandrinos de Le Tartuffe que hemos elegido como ejemplo se convierten en diez:

Wake up, don’t stand here gaping into space!
I’ll slap some sense into that stupid face.

¿Por qué hace Richard Wilbur este cambio métrico? Pues, en definitiva, porque tiene en cuenta las expectativas de su público potencial y recurre al patrón métrico habitual en el teatro clásico en lengua inglesa, que no es el alejandrino, sino el decasílabo.

Y este es precisamente el modelo que aplica David Hirson cuando, al final del siglo XX, escribe La Bête, la obra en versos ingleses que tuve ocasión de traducir al catalán en 2010 para el TNC. Veamos unos ejemplos.

Al final del primer acto, uno de los protagonistas, Elomire (anagrama de Molière), se refiere a su feroz antagonista, el histriónico y verborreico Valere, como sigue:

The very thought that we’re not worth consulting
Should strike you as sufficiently insulting
To tell him, as I plan to, face to face,
Exactly what I think about this case.

Cuatro decasílabos perfectos con un ritmo yámbico constante.

Si nos detenemos a contar las sílabas y los acentos, comprobaremos la coincidencia métrica exacta con los versos del Tartuffe de Richard Wilbur que acabo de citar.

La Bête es una parodia/homenaje que un dramaturgo norteamericano de finales del siglo XX quiso dedicar al teatro neoclásico del francés Molière y, por lo tanto, cuando tuvo que decidir la versificación, hizo exactamente lo mismo que Wilbur: optó por el patrón métrico asociado a este autor tal como lo ha asimilado históricamente la tradición anglófona, es decir, descartó el alejandrino y se quedó con el decasílabo.

En mi caso, la oportunidad de traducir La Bête al catalán representó una experiencia singular por más de un motivo: primero, porque para recrear los criterios del autor en lo que se refiere a la versificación, la pura lógica me pedía que hiciera exactamente el proceso inverso, es decir, ir a parar al verso alejandrino, el patrón métrico de los originales neoclásicos franceses, y también de la tradición establecida por sus traducciones al catalán, una lengua y una cultura en la que el verso alejandrino está mucho más implantado que en la tradición de la lengua inglesa. Dicho en otras palabras: en una trayectoria de bumerán, pude permitirme el lujo de acercarme más a la forma original del autor parodiado (Molière) que a la del autor norteamericano (David Hirson) que lo parodiaba, que era al que traducía yo. Y así, en mi versión, los cuatro decasílabos del original inglés que acabo de citar se convirtieron en:

Només la sola idea que no se’ns té per res
ja hauria d’ultratjar-te i de tenir prou pes
per plantar cara al príncep, com farà un servidor,
i dir-li el que pensem de la situació.

Es decir, cuatro alejandrinos pareados como los de Molière y los de Joan Oliver.

La otra peculiaridad de esta obra de David Hirson es que el verso rimado no es en absoluto un ornamento optativo, sino la razón misma de ser del texto. La Bête es un divertimento teatral en verso rimado en el que este recurso estilístico se pone radicalmente al servicio del humor, que en algunos momentos alcanza tintes de auténtico malabarismo formal (como en ciertos fragmentos en los que cada sílaba de un verso la dice un personaje diferente). Aquí, por lo tanto, puedo afirmar, sin riesgo de equivocarme, que una versión en prosa habría restado gracia e interés a la obra hasta un nivel realmente desdeñable. Para terminar de hacernos una idea, imaginemos que alguien hace una versión en prosa de La Rambla de les Floristes o de L’Hostal de la Glòria.[1]

Por analogía, me atrevería a decir otro tanto de la traducción de una obra de Molière. Pero es evidente que no todo el mundo opina lo mismo: hace unos años, no muchos, vivimos de cerca el caso de un director francés que fue invitado a Cataluña para dirigir El Misantrop en catalán; precisamente, la única condición irrenunciable que puso fue que la versión fuera en prosa, supongo que porque una parte del mundo cultural francófono parece estar harta del alejandrino. Un experimento que, por motivos obvios, habría sido imposible o muy improbable que este director hubiera podido llevar a cabo en Francia.

Sé de primera mano los esfuerzos que tuvo que hacer el traductor al catalán para superar una carrera de obstáculos que, entre otras cosas, lo obligaba a hacer equilibrios constantemente para evitar el ritmo del verso y las rimas internas que le salían solas cada dos por tres. La competencia del traductor fue capaz de producir una versión muy digna, pero que en escena (como no podía ser de otra manera, en mi opinión) a veces tendía a alargarse y a hacerse redundante en exceso. ¿Por qué? Pues, a mi entender, porque cuando un dramaturgo decide escribir una comedia en verso rimado sabe que precisamente esta opción estilística le permitirá recrearse más en los circunloquios y en las redundancias, porque el ritmo del verso y la rima no solo los disimulan, sino que les sacan partido estético, humorístico y comunicativo.

En La Bête, de David, Hirson, tan pronto como aparece en escena el personaje de Valere, suelta un monólogo que debe de durar una media hora. Me imagino este monólogo dicho en prosa y estoy seguro de que el discurso se habría hecho tan insoportable para el público como ya lo era el personaje para sus antagonistas en escena.

Como he dicho hace un rato, si se quiere ser fiel a las intenciones del autor, la traducción de textos teatrales en verso, sobre todo si son rimados, impone a menudo un alejamiento de la literalidad estricta.

Vamos a ejemplificarlo con un fragmento de La Bête un poco más largo, cuando Elomire, cansado de la incontinencia verbal de Valere, ya no puede más y le larga una diatriba, de la que reproduzco el final:

ELOMIRE: […]
Whose only saving grace (if one there be)
Is in the unintended comedy
Arising from your weightiest pronouncements!
You seem to feel you have to make announcements
Instead of speaking in a normal tone;
But by your orotund and overblown
And hectoringly pompous presentation,
You simply magnify the desolation,
The vast aridity within your soul!
In short, I think you’re just a gaping hole—
A talentless, obnoxious pile of goo!
I don’t want anything to do with you!
I can’t imagine anyone who would!
And if it makes me better understood
To summarise in thirty words or less,
I’d say you have the power to depress
With every single syllable you speak,
With every monologue that takes a week,
And every self-adoring witticism!…

VALERE:
Well, do you mean this as a criticism?

Que traduje como sigue:

ELOMIRE: […]
Els vostres exabruptes grollers i colossals
tenen només un mèrit (si és que així ho puc descriure),
i és que, sense voler-ho, al capdavall fan riure
de tan forassenyats i altisonants que són!
Amb la grotesca pompa d’un vell rinoceront
pontifiqueu a dojo i en to majestuós,
pro encara feu més obvi, palès i escandalós
el buit immens i estèril d’una ànima de suro!
I per anar acabant, Valere, us asseguro
que per mi no sou més que un ase putrefacte
i amb la vostra persona no hi vull tenir cap tracte,
ni se m’acut ningú que n’hi pugui tenir!
Pro, si us han quedat dubtes, us ho puc resumir
amb una frase més que us dono de propina:
teniu la potestat morbosa i assassina
de provocar les febres als més impertorbables
amb aquests soliloquis que es fan interminables
i aquestes gracietes d’una estultícia mítica!

VALERE:
Això vindria a ser… diguéssim… una crítica?

En el original no aparece ningún rinoceront en este fragmento, ni ninguna ànima de suro, ni ningún ase putrefacte, ni ninguna estultícia mítica, cosa que ilustra lo que decía antes: que, al servicio de la rima y de la eficacia escénica (y, sobre todo, si la rima está al servicio del humor), el traductor se ve obligado a inventar cosas a menudo, precisamente si pretende ser fiel a las intenciones del autor.

A propósito de estas licencias semánticas, recuerdo una mesa redonda sobre estrategias de traducción en la que participé y recurrí a este fragmento de La Bête para ilustrar las que me había tomado. Al final, en el turno de palabras, un poeta de prestigio que se encontraba entre el público denunció enérgicamente las libertades que nos tomábamos los traductores, cuando la poesía era cosa sagrada y, si el poeta había elegido determinadas palabras, ningún traductor tenía derecho a cambiárselas. Lo que quería decir, a fin de cuentas, es que qué nos habíamos creído.

Tuve que recordarle que no estábamos hablando de poesía, sino de otra cosa muy distinta, que se trataba de un divertimento teatral en verso, pero no sé si lo convencí…

En fin, espero que todos estos ejemplos que hemos puesto y comentado sirvan para defender y justificar la tesis principal de esta intervención: mi convicción de que el teatro que se ha escrito en verso pierde eficacia si, al traducirlo, no se mantiene una versificación de alguna clase, aunque los criterios métricos no se correspondan fielmente con los del original.

Y no quisiera terminar sin comparar la experiencia de Chris Thorpe que citaba al principio —Hanna, la obra en verso destinada a un público joven— con dos o tres montajes de obras de Shakespeare que se han hecho estos últimos años en un importante teatro público de Barcelona, destinados también, supuestamente, a atraer a espectadores jóvenes, pero con unos criterios diametralmente opuestos a los de Thorpe. Y si digo que son diametralmente opuestos es porque, por lo que se refiere al texto, el propio director de estos montajes (atribuyéndose el papel adicional de traductor) ha perpetrado unas versiones que, además de fusilar otras que ya existían, para camuflar el plagio ha destrozado los versos y ha empobrecido el lenguaje sistemáticamente so pretexto de dárselo masticado a un público joven. Yo francamente estoy de parte de los criterios de Chris Thorpe sin reservas y todavía me resisto a pensar que joven y estúpido tengan que ser necesariamente sinónimos.[2]

[1] Obra teatral en verso y poema dramático en tres actos respectivamente de Josep Maria de Sagarra (Barcelona, 1894-1961). [Nota de la traductora.]

[2] Digo el pecado pero no el pecador. Lo que quiero aclarar es que la denuncia que acabo de hacer no va dirigida a la compañía Parking Shakespeare, cuyos montajes merecen todo mi respeto. [Nota del autor.]

 

Joan Sellent Arús nació en Castellar del Vallès en 1948. Es traductor literario y exprofesor a la Facultat de Traducció i d’Interpretació de la Universitat Autònoma de Barcelona entre 1994 y 2013. Ha compaginado la traducción literaria con la traducción de guiones de largometrajes y series televisives. Ha traducido al catalán, entre otros, a Henry James, Salman Rushdie, Paul Auster, R.L. Stevenson y Charles Dickens. En cuanto al teatro, es traductor de William Shakespeare, Tennessee Williams, Harold Pinter, Arthur Miller, Oscar Wilde y Bernard Shaw, entre otros.

Ha recibido el Premi Ciutat de Barcelona 2006 de Traducció en Llengua Catalana por la versión de Panorama des del pont, de Arthur Miller; el Premi de la Crítica Teatral de Barcelona 2007-2008 por la traducción de El rei Lear, de William Shakespeare, así como el Premi Honorífic Gonzalo Pérez de Olaguer 2023.